Por Ramiro Albina |
La lluvia cae sobre Buenos Aires. De a poco el cielo se va oscureciendo y la calle es una escena de personas cubriéndose bajo los techos, paraguas rompiéndose y vendedores ofreciéndoles reemplazo. Eso no impide que Gabriel Puricelli nos reciba para consultarle el diagnóstico de un paciente complicado: Europa.
Gabriel Puricelli es sociólogo por la Universidad de Buenos Aires y coordinador del programa de Política Internacional en el Laboratorio de Políticas Publicas desde hace varios años. Ha publicado como columnista regular en Revista Debate, Colsecor, Replanteo, entre otras.
¿Qué sucede con ese lento divorcio que se conoce como Brexit? ¿Cuáles son los escenarios posibles en la política española de cara a las elecciones del domingo 28 de abril? ¿Cuáles son los principales desafíos de la Unión Europea? La mayor parte de las respuestas conducen de una manera u otra a un mismo punto: las agrupaciones de extrema derecha que fueron conquistando un lugar cada vez más visible en la escena política.
Atención: Este no es un viaje para quienes buscan certezas. Los tiempos de incertidumbre prefieren las sorpresas.
BREXIT
El Parlamento británico recientemente rechazó una vez más el acuerdo al que había llegado el gobierno de Theresa May con la Unión Europea, quien finalmente consiguió una prórroga hasta el 31 de octubre, ¿cuáles son los escenarios posibles a futuro?
El Brexit era un divorcio que se suponía iba a durar una determinada cantidad de tiempo y que ahora se ha transformado en una especie de saga infinita, dando lugar hasta a un léxico propio. Primero este neologismo de British exit (brexit), y ahora estamos en la Brextension. La correlación de fuerzas dentro de la Cámara de los Comunes hace muy complicado pensar que en el contexto de esta Brextension cambien mucho las coordenadas que hemos visto hasta ahora. Hay un Partido Conservador que no logra traducir la mayoría que tiene para gobernar en una mayoría en favor de algún acuerdo de salida de la Unión, sea el que logró inicialmente May, sean las cinco o seis alternativas que ya fueron sometidas a votación por el Parlamento, o alguna forma de salida muy suave como la que impulsó principalmente el Partido Laborista (salir de la Unión Europea, pero mantenerse dentro de la unión aduanera). La verdad es que la Brextension es más bien postergar la fecha de lo que puede ser económicamente una catástrofe y de lo que seguramente, al menos por un tiempo, va a ser una catástrofe logística con impacto económico inmediato. Después entramos en el terreno de prospecciones de más largo plazo donde yo soy de los que supone un impacto negativo. A pesar de haber estudios de todos los colores, ninguno llega a decir que no va a haber ningún impacto. Entonces, entramos en un terreno donde se gana tiempo, pero está muy poco claro para qué.
¿Hay espacio para un segundo referéndum?
El único factor que parece estar moviéndose o subiendo en la consideración es la campaña por un “People´s vote”, que se pueda votar de nuevo. Pero tampoco esto es algo que se esté abriendo paso a mucha velocidad ni mucho menos, entre otros motivos porque no solo hay una situación de bloqueo en el Parlamento en general sino también dentro de los partidos. El Partido Laborista que podría eventualmente apoyar la propuesta, y que seguramente bajo un liderazgo más pro-europeo que el de Jeremy Corbyn ya lo hubiera hecho, está siendo muy tímido al respecto. Pero de las múltiples variables que hay, la única que realmente parece estar generando algún movimiento, y a la que quizás le pueda servir esta Brextension, es al “people´s vote”. Cualquier predicción es poco responsable hacerla, pero dentro de este cuadro complejo de un Partido Conservador tomado decididamente por una mayoría pro-Brexit, pero dentro de la cual tampoco hay acuerdo sobre la forma, y un Partido Laborista que es claramente pro-europeo pero que al mismo tiempo ve todos los días cómo tiene el gobierno casi al alcance de la mano, siempre y cuando no haya un segundo referéndum, ya que la condición de construcción de una mayoría en la Cámara de los Comunes para el Partido Laborista es sacar suficientes votos en distritos donde el Brexit fue mayoritario. Todo el mundo está de una manera u otra con las manos atadas y, vuelvo al argumento, parece que el único factor que se escapa de todo eso es una parte de la opinión pública que no tiene una representación única en los partidos y que tal vez pueda inclinar en algún momento la balanza en la dirección de un segundo referéndum.
En caso de no poder lograr una mayoría para el acuerdo de May, ¿existe la posibilidad de disolución del gobierno?
Eso está a punto de pasar todos los días. La situación es muy curiosa porque cada vez que el gobierno somete a votación algo que tenga que ver con el Brexit, pierde. Esto genera la impresión de que es un gobierno que no tiene mayoría parlamentaria; y sin embargo, cuando los laboristas presentan una moción de censura, se ratifica el pacto con los unionistas democráticos de Irlanda del Norte que proveen esos dieciocho votos que necesita el Partido Conservador para lograr la mayoría, y le alcanza. Entonces, con la continuidad de May en el gobierno pasa algo parecido a lo que sucede con el Brexit: está todo el tiempo al borde de resolverse y al mismo tiempo de no resolverse. Creo que también la división del Partido Laborista respecto a la cuestión del Brexit, sumado a la ruptura reciente con este pequeño grupo de diputados que formaron el bloque de “Change UK”, hace que el Partido Laborista esté empujando de manera menos convencida y menos unida en dirección de hacer caer el gobierno, que es tal vez el otro factor que podría destrabar la situación. Y un poco la hipótesis de Corbyn es hacer caer el gobierno cuanto antes para maximizar las chances de desplazarlo sin tener que definirse claramente por un “people´s vote” o por alguna forma de Brexit blando. Entonces ahí también el choque de intereses es muy fuerte, y las condiciones para desempatar esa situación no se dan.
Algunos analistas señalan un interés de la Unión Europea en mandar un mensaje claro acerca de los costos de salir del bloque…
Bueno, yo creo que esa ha sido la posición de la Unión Europea siempre. No creo que busque subir el costo del Brexit, sino que es un acuerdo donde se plantea que si quieren un Brexit al menor costo posible, no van a poder evitar hacer una concesión en el tema irlandés. Eso es lo que está ofreciendo la Unión Europea. Ofrece un acuerdo muy razonable, no está arrinconando a May. Pero como se da esta circunstancia de que May sin el primer partido de Irlanda del Norte no se sostiene en el gobierno (que es un factor que no estaba presente inmediatamente después del referéndum, sino que se sumó cuando May adelantó las elecciones creyendo que se ratificaba con amplia mayoría) y bueno, esta situación de un gobierno sostenido exclusivamente por los protestantes nor-irlandeses complica más la cuestión.

«El choque de intereses es muy fuerte, y las condiciones para desempatar esa situación no se dan»
ESPAÑA
El domingo 28 de abril hay elecciones generales en España. ¿Cuál es la foto actual de su sistema de partidos?
En primer lugar, un sistema de partidos claramente en evolución que ya desde el 2015 sancionó el fin de un bipartidismo que fue casi perfecto desde la elección de Felipe González y la derrota de la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez. España era prácticamente junto al Reino Unido el único caso europeo de un bipartidismo casi perfecto donde las terceras fuerzas eran por un lado, Izquierda Unida que en su mejor momento llega a conseguir el 10 por ciento de los votos nada más, o por otro lado las fuerzas regionales que tienen significación en algunas comunidades autónomas. Entonces, en el 2015 esa elección sanciona la desaparición del bipartidismo básicamente porque el campo de la izquierda se dividió de pronto en mitades casi iguales entre el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y Podemos. Lo que vemos de cara a esta elección es que esta vez la derecha, que ya se había partido en dos, ahora aparece dividida en tres. Para la izquierda el gran cambio es que ese campo parece reordenarse en un escenario de dos tercios para el PSOE y un tercio para Unidas Podemos; mientras que en la derecha hay una fragmentación que en algunas encuestas aparece como una división en tercios perfecta. Es una elección crucial para España y para Europa porque la única hipótesis de un gobierno de derecha es con participación de la extrema derecha, con lo cual España estaría pasando de ser el último país que todo el mundo señalaba como aquel en que no había ultraderecha, a ser uno de los ya no tan pocos países en los que la ultraderecha participa de alguna manera en el gobierno, ya sea que lo haga nada más en el voto de investidura o que pueda llegar a tener ministros a través de Vox (la formación de extrema derecha). Las encuestas adelantan que el primer partido va a ser claramente el PSOE, que no llega de ninguna manera a los niveles históricos alrededor del 40 por ciento, pero que claramente parece haber vuelto a estar más cerca de la frontera del 30 que de la frontera del 20 por ciento que es lo que habíamos visto en el 2015 y 2016.
¿Qué importancia tiene esta elección para la política europea en general?
Es clave no solo para España sino también para Europa por el papel que puede llegar a jugar la ultraderecha si esa hipótesis, que no parece la más probable hoy, se diera; y clave también para la recomposición de socialismo europeo porque significaría una ratificación de Pedro Sánchez, que si no solo se religiera, sino que además lo hiciera logrando que crezca el voto del partido casi un 50 por ciento estaríamos frente a un fenómeno que la izquierda en Europa hace prácticamente diez años que no lo ve. Entonces, sumándose a la experiencia de gobierno que viene consolidándose mucho en Portugal, y tratándose a diferencia de éste, de uno de los países mediano-grandes de la Unión Europea, puede tener un impacto en otros.
Vox tuvo ascenso sorpresivo a partir de las elecciones en Andalucía, ¿qué ideas representa y de que parte del electorado consigue su principal apoyo?
España tiene la característica de que no es una democracia arrancada de las manos del autoritarismo, sino que se hereda de la muerte de Franco y se funda en una serie de pactos de impunidad sobre los crímenes de la Guerra Civil. Esto tiene una perduración en la cultura política muy fuerte. Entonces, el biporalismo que uno ve en España es uno que representa mucho la división de la Guerra Civil. Por supuesto es la representación de una superación total de ese conflicto pero que encapsula, sobre todo dentro de la derecha, una cultura antidemocrática muy fuerte que fue contenida electoralmente por un Partido Popular, que fue teniendo un proceso muy consistente de democratización a lo largo de los años. Probablemente ese proceso fue posible porque los cuadros más lúcidos del franquismo y más convencidos de la democratización, que estuvieron en la Unión de Centro Democrático con Adolfo Suarez, fueron los que tuvieron el control del gobierno en la inmediata transición. Entonces ese viraje muy decidido y muy convencido de algunos cuadros muy importantes de la derecha hacia la adopción de la cultura democrática forzó al sector más franquista o pos-franquista que era Alianza Popular, y que después se transformó en el Partido Popular. Al mismo tiempo, España es un país que inmediatamente estuvo bajo tutela de la Unión Europea; o sea, la democratización se da por la muerte del caudillo, pero además porque el país tiene un bloque económico y político al cual incorporarse y que estaba interesado no solo en la incorporación económica sino en asegurarse de la perdurabilidad de sus instituciones democráticas. Por lo tanto, en virtud de estos pactos de impunidad que fundan la democracia española, con el franquismo no hay un proceso que se pueda asemejar a la des-nazificación en Alemania y Austria, o la des-estalinización en la Unión Soviética, sino que este se acomoda de alguna manera. Y ese experimento resultó relativamente exitoso porque el Partido Popular, que se planteó inicialmente como un partido puramente conservador, le da cobijo a los que deciden seguir siendo franquistas (ya que también entre ellos hay quienes deciden pasar a ser simplemente conservadores). La implosión de la Unión de Centro Democrático después de la elección en la que triunfa el PSOE, hace que también un sector de la derecha que se había corrido más hacia el liberalismo, aliada con Alianza Popular, dé lugar a ese Partido Popular que siempre incluyó tres culturas de fronteras muy borrosas: una de talante más liberal, una corriente muy mayoritaria conservadora y católica, y una presencia de la cultura franquista potente. El estallido de ese partido-coalición, que se comportó durante prácticamente 30 años como un partido pero que nunca dejó de ser una coalición, da lugar a un partido liberal-conservador como Ciudadanos, a un partido que se va haciendo ultraconservador con Pablo Casado, y el franquismo que se escapa y recupera vida propia.
¿Cuáles son las condiciones para que eso suceda?
Por supuesto que las condiciones sociológicas para que suceda son contemporáneas, no es un franquismo que simplemente estuvo reprimido y vuelve a emerger sin ningún tipo de cambio, sino que se combina con sectores de la clase media-alta que adoptan una posición muy anti-inmigrante, que trasforman su preocupación por los temas de seguridad publica en una posición xenófoba. Entonces hay realidades sociológicas nuevas, porque esas clases medias-altas que se empieza a ver que votan por Vox, no son necesariamente el franquismo tradicional, sino que lo que se produce ahí es una fusión en caliente de ciertas demandas de estos sectores orientadas hacia una postura anti-inmigrante, de mano dura en temas de seguridad, virulentamente contraria a los nacionalismos regionales, etc. Entonces diría que Vox concatena esos tres factores: una agenda de seguridad bastante xenófoba, el ultra españolismo que lo despierta sobre todo el ultranacionalismo independentista catalán más reciente, y los residuos del franquismo. Y Santiago Abascal, líder del partido, es como el punto de encuentro de esas tres cosas.

En esta dinámica de crispación y polarización entre el nacionalismo independentista y el nacionalismo español, donde pareciera que el primero necesita un gobierno central inflexible para crecer y justificar su posición, y por otro lado el segundo necesita del primero para su discurso duro sobre la unidad de España, ¿cuán posible es encontrar una posición intermedia como quizás está buscando Pedro Sánchez?
La verdad es que es muy complicado. Porque primero Pedro Sánchez empuja en la dirección de un federalismo más claro, pero no todo el PSOE lo acompaña. El PSOE es fuerte en muchas de las comunidades más pobres de España, donde el españolismo es muy fuerte. Entonces yo creo que Pedro Sánchez va en la dirección correcta, pero está por verse si el PSOE es realmente la herramienta que puede desarrollar esa política. Los socialistas en Cataluña han pagado un precio altísimo por la polarización. Si había una ciudad naturalmente socialista en España era Barcelona y hoy la conduce una izquierda que no es independentistas, pero está más cerca de ellos que el PSOE. Ha perdido muchísimos votos en la periferia obrera de Barcelona, regiones que votaban pasara lo que pasara al Partido de los Socialistas Catalanes para la comunidad y al PSC-PSOE para las elecciones nacionales. Ahí entró fuerte Ciudadanos. Una de las razones por las cuales hoy, con un liderazgo renovado y muy bien valorado, el PSOE está todavía más cerca del 30 que del 40 por ciento es porque se ha debilitado mucho en Cataluña. Entonces, yo creo que Pedro Sánchez expresa una línea que podría preservar la unidad de una España federal, pero está poco claro que tenga el acompañamiento de su partido y de Unidas Podemos, que también es muy oscilante y que ha tenido sus propios conflictos. La comunidad donde más le ha costado consolidar un liderazgo a este último ha sido justamente Cataluña, y Pablo Iglesias oscila también entre una forma de españolismo de izquierda y momentos más ambiguos respecto al independentismo. Así que yo creo que la necesidad es que baje un poco la tensión, y por eso es tan importante la elección si ganara Sánchez y se pudiera pensar un gobierno que dure toda una legislatura, es decir no un gobierno de emergencia como lo fue Rajoy y lo es hasta hoy Sánchez. Tal vez todo ello contribuya a ir en una dirección de distensión. Hay un elemento que no controla de ninguna manera ni el PSOE, ni Unidas Podemos, ni el nacionalismo catalán: la Justicia, que también es un reducto ultraconservador y del ultra españolismo, y probablemente contribuya muy poco a esto. Con una Justicia que tuviera parámetros apenas más garantistas, tal vez la tensión bajaría más rápido.
Buscar una solución política antes que judicial…
Exacto. Pero me parece que el aspecto judicial, al menos en el corto plazo, va a ser un obstáculo para las soluciones políticas. Así que tal vez ahí este sea el desafío más fuerte de Pedro Sánchez, porque al mismo tiempo si uno mira los datos económicos de España, se está recuperando un nivel de crecimiento que incluso es elevado para los parámetros europeos contemporáneos. Así que con un crecimiento en el número de bancas que va a controlar, un gobierno más fácil de gestionar, y una economía que le sopla con viento a favor, tendrían que ser factores muy decididos para que Sánchez pueda desarrollar un gobierno relativamente exitoso. Pero me parece que ahí la polarización catalana, las reverberaciones que eso tiene en el País Vasco, y el papel de último reducto de la españolidad peor entendida de la Justicia van a ser obstáculos serios.

«El aspecto judicial, al menos en el corto plazo, va a ser un obstáculo para las soluciones políticas»
Si se confirman las encuestas se conformaría un Congreso de los Diputados bastante fragmentado, y teniendo en cuenta que se debe alcanzar una mayoría para formar gobierno, ¿cuáles son los posibles escenarios del PSOE para consolidar alianzas?
Todo depende mucho de cuantos abstencionistas logre movilizar el PSOE, y sobre todo Unidas Podemos que llega un poco maltrecha a las elecciones, pero con muy buen desempeño de campaña de Iglesias. Entonces si este último crece haciendo bajar el abstencionismo y no a costa del PSOE, puede llegar a haber una mayoría de investidura que no requiera del apoyo de ningún partido nacionalista. Ahí hay cuatro escenarios: el más complicado es que el PSOE y Unidas Podemos acuerden un gobierno de coalición con ministros de los dos partidos pero que necesiten para la investidura del apoyo de los nacionalistas catalanes y de los nacionalistas vascos. Este es un escenario que podría hacer que el gobierno de Sánchez nazca con un “pecado de origen” para sectores ajenos al independentismo (no necesariamente anti independentistas), pero que Sánchez necesitaría para ir ampliando su base de sustentación y para poder tener éxito en su política hacia Cataluña. Un segundo escenario un poco más favorable es que el PSOE y Unidas Podemos estén cerca de la mayoría y necesiten para la investidura nada más que del apoyo de los nacionalistas vascos que, de todas maneras, aunque no están impulsando la independencia, hoy también pueden implicar un costo sobre todo si ese voto incluye al de ex etarras, y eso es también un “pecado de origen” no solamente para sectores de derecha sino también para algunos votantes y ex votantes de la izquierda y en particular del PSOE. El escenario más favorable, porque no se me ocurre de ninguna manera que el PSOE tenga mayoría propia, es uno donde basta una alianza con Unidas Podemos. Las señales que ha dado esta última durante la campaña es de estar interesada realmente, si van al gobierno, de que sea un gobierno que dure cuatro años, por lo que uno puede suponer que esa fórmula no solo es una fórmula realista sino que puede además llegar a ser estable. Y después en cuarto lugar está el escenario en el que no alcanza con ninguna de esas hipótesis, y gobierne la derecha. Ahí habría que ver si se genera un esquema de apoyo externo de Vox como en Andalucía, o si se va a un gobierno tripartito, pero eso dependería mucho cuantos votos consiga. Uno supondría que al componente ex PSOE que tiene Ciudadanos o aquellos que llegan desde la Unión Progreso y Democracia de Rosa María Díez, se pueden llegar a sentir incómodos con Vox, pero la realidad nos viene indicando que ese sector no dijo nada cuando este último apoyo la formación de un gobierno de derecha en Andalucía, y probablemente hoy Ciudadanos se haya ubicado ya muy decididamente en el campo liberal-conservador y no tenga problemas con recibir ese apoyo. Si uno mira a los conservadores moderados en otros lugares de Europa como Dinamarca, Noruega y Austria, han aceptado el apoyo de la ultraderecha sin mayores problemas.
PARLAMENTO EUROPEO
A fines de mayo son las elecciones para el Parlamento Europeo, en medio de una campaña para impulsar que los ciudadanos acudan efectivamente a las urnas. ¿Cuál es el modelo de Europa que se está discutiendo?
Hay un modelo que viene siendo crecientemente cuestionado. Tal vez las instituciones europeas sean las de menor legitimidad democrática de Europa porque están más lejanas de los ciudadanos, y porque mucha menos gente vota en esas elecciones. Y esta ola anti-elitista que se manifiesta en la política nacional en todos los países, encuentra en las instituciones europeas una forma de híper-elite a la que necesita oponerse más todavía. Entonces, no es que haya realmente modelos en juego porque las ultraderechas tienen muchas contradicciones más allá de un cierto anti-europeísmo instintivo que comparten. No tienen un proyecto alternativo de Europa, ni tampoco necesariamente muchos acuerdos entre ellos más allá del cuestionamiento a la elite y del aprovechamiento sinérgico de este. Así que dependiendo de las tasas de participación, la elección puede llegar a ver una duplicación y hasta una triplicación del peso de la ultraderecha en el Parlamento, lo cual seguramente va a jugar a favor de consolidar un eje inter-estatal como el grupo de Visegrad, que constituyen Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia, y que teniendo una presencia más fuerte en el Parlamento Europeo, puede volverse un factor más importante en las cumbres y en las instancias gubernamentales del gobierno colectivo de la Unión. Por eso también es tan importante la elección de España, porque ocurre un mes antes y una victoria de Sánchez podría estimular la participación en otros lugares y ayudar a los partidos socialdemócratas que todavía no se derrumbaron a los niveles que se han derrumbado los laboristas holandeses o los socialistas griegos y franceses, a volver a transformarse en el eje de la convocatoria del voto progresista en sus países. Da la impresión de que los que llegan con una motivación más fuerte para ir a votar son los que quieren impugnar a las instituciones europeas de la misma manera que quieren cuestionar a las elites de sus propios países. El momento anti-elitista está ahí. Por ahí uno mira las elecciones finlandesas del otro día y se encuentra con que la ultraderecha se estancó, pero a un nivel de segundo partido, así que habrá que ver. Uno podría analizar de manera optimista que la desbandada de lo que fue el Partido de la Independencia del Reino Unido, aunque ahora lo reemplaza el Partido del Brexit, puede haber sido un factor de pérdida de potencia de este tipo de nacionalismos, y sumado al hecho de que no haya quedado como primer partido la ultraderecha en Finlandia pueden ser indicadores que, empujando un poco el argumento y con un poco de voluntarismo, hablen de una ultraderecha tocando techo. Veremos si la elección europea muestra eso o no, pero es clave y puede ser durísima para los socialistas.

«Las ultraderechas tienen muchas contradicciones, comparten un cierto anti-europeísmo instintivo, pero sin un proyecto alternativo de Europa»
Teniendo en cuenta que Angela Merkel anunció su retiro de la política, y siendo que es un pilar fundamental en el sostenimiento de la Unión, ¿se puede ver algún nuevo liderazgo asomándose?
La verdad que eso está muy en cuestión. De cara a estas elecciones no parece haber un liderazgo alternativo. Es interesante, por ejemplo, que los socialistas hayan elegido como candidato a Presidente para la Comisión Europea a Frans Timmermans, un socialista de un perfil bastante aguerrido y de apelación a la base más popular de la izquierda. Me parece que en ese sentido eligieron un candidato que es más difícil de ser impugnado por los discursos anti-elitistas. Pero la verdad es que no emerge con ninguna claridad un liderazgo alternativo a Merkel, porque el de Macron, aunque seguramente se va a ratificar como primer partido, es un liderazgo minoritario y no uno que represente a toda Francia. En Alemania ni siquiera está claro si alguien va a poder convocar lo que convocó todos estos años Merkel, sumado al ascenso de Alternativa para Alemania, etc. El Reino Unido, está en esta situación particular en que va a participar en las elecciones, pero no puede proveer liderazgos porque, en los papeles, no debería formar parte de las instituciones europeas por los próximos cinco años que es lo que dura este Parlamento. Italia desde ya tampoco debido la fragmentación de su sistema político, aunque también hoy parece estar en recuperación la centro-izquierda con el Partido Democrático y Nicola Zingaretti. Como un comentario muy marginal, con poca base en la realidad, podemos decir que los portugueses vienen haciendo las cosas bien a muchos niveles, por ejemplo, tienen un gobierno nacional muy consolidado, el Secretario General de las Naciones Unidas es un socialista portugués…Así que esto lo formulo como pregunta: ¿Hay que mirar a Portugal o algún país chico que de pronto pueda sorprender con un liderazgo? Porque la verdad es que por el momento no está claro. No tuvo reemplazo Mitterrand, nunca; y probablemente no tenga reemplazo en el corto plazo Merkel.
* El entrevistado es sociólogo por la Universidad de Buenos Aires y coordinador del programa de Política Internacional en el Laboratorio de Políticas Publicas desde hace varios años. Ha publicado como columnista regular en Revista Debate, Colsecor, Replanteo, entre otras.